ESPERA EN DIOS

15 de Noviembre de 2009

A un respetado rabí le preguntaron en cierta ocasión cual consideraba él que era el más importante de todos los mandamientos, consejos, o invitaciones, de la Palabra de Dios; a lo que respondió: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.” (Prov. 3:5)

A veces el inconsciente nos juega malas pasadas. Su capacidad no tiene límites. Magnifica lo pequeño, embellece lo feo, honra lo innoble. Hace que el hombre pequeño se vea grande, digno y superior a los demás. Llega al punto de hacernos creer que podemos disponer de riquezas y recursos que no tenemos. Elevado a las estrellas, sabio en su propia opinión, el hombre parece no conocer el peligro.

Uno mide su fuerza con la del resto de los hombres y deduce conclusiones erradas. Por ser superior en algo se cree superior en todo. Porque se siente bien resguardado, se cree a salvo de Dios. ¡Cuidado!, dice la Palabra, “Te crees rico y eres pobre” … y también aquello de: “Quien piense estar firme mire no caiga”. No te apoyes ni acá ni allá, ni en esto ni en aquello, de lo contrario crecerás torcido, y el cayado en que te apoyes en lanza se tornará y terminará por herirte. Apóyate enteramente en Dios. Como El está en todas partes, en todo lugar, en cualquier
circunstancia, tú quedarás bien. Esto será tú rectitud e integridad en tú camino, conforme permanezcas en la Roca de los siglos, serás salvo y seguro.
 
Allí hallarás descanso para ti, calma para el alma y paz para el espíritu. ¡Cuán necesitados estamos de ello! Confía en la voluntad de Dios para tu vida. En ella encuentra mi alma paz y quietud, perfectamente segura de que El hace lo mejor para mí.
 
Esto, que es bueno para mí, también lo es para ti. Descansa en el Señor y espera en El tranquilamente, y luego ve y gástate en ayudar a otros con la experiencia que tú has tenido. 

Pastor Julio Marañón Magallón